Hoy me encuentro en el cuarto de Leonor, ayudándola a preparar su maleta para una aventura inolvidable: dará la vuelta al mundo a bordo del Juan Sebastián de Elcano. Mientras observo cada rincón de su habitación, no puedo evitar sentir una mezcla de orgullo y nostalgia. Es difícil despedirse, especialmente cuando una hija está a punto de embarcarse en un viaje tan extraordinario, y la otra, mi pequeña Sofí, se encuentra en Gales, sumergida en su bachillerato en inglés.
- Mamá, ¿cómo voy a hacer que todo esto quepa en una sola maleta? - pregunta Leonor, con una expresión de preocupación en el rostro.
- Tranquila, cariño, tenemos a Maripuri, nuestra experta en empacar - le respondo, tratando de calmarla.
Maripuri, nuestra fiel doncella, entra en la habitación con una sonrisa y su característico pañuelo colorido. Ella tiene trucos bajo la manga que han sido probados y perfeccionados a lo largo de los años.
- Leonor, mi Alteza, el truco está en la organización y en no llevar más de lo necesario - dice Maripuri mientras empieza a doblar cuidadosamente la ropa. - Primero, enrolla la ropa en vez de doblarla; esto ahorra mucho espacio y evita que se arrugue. Segundo, usa bolsas de compresión para las prendas voluminosas como suéteres y chaquetas. Y por último, lleva ropa versátil que puedas combinar de diferentes maneras.
- Pero, Maripuri, ¡hay tantas cosas que quiero llevar! - protesta Leonor.
- Lo sé, mi Alteza - dice Maripuri con ternura, - pero piensa en lo esencial. Deja espacio para los recuerdos que recogerás en tus viajes. Además, siempre puedes lavar la ropa durante el viaje.
Mientras las palabras de Maripuri resuenan en la habitación, me doy cuenta de lo afortunada que soy de tener a estas dos mujeres maravillosas en mi vida. Aunque la maleta de Leonor se está llenando rápidamente, también se está llenando mi corazón de orgullo y amor.
- Mamá, ¿crees que me olvidaré de algo importante? - pregunta Leonor, mirando la maleta casi lista.
- Lo más importante ya lo llevas contigo, cariño - le respondo, emocionada. - Llevas tu valentía, tu curiosidad y tu espíritu aventurero. Y recuerda, siempre estaremos contigo en espíritu, no importa lo lejos que estés.
A medida que se acerca el día de la partida, me preparo para despedirme de mis dos retoñas, sabiendo que, aunque estemos separadas por océanos y continentes, siempre estaremos unidas por los lazos invisibles del amor y la familia. Es ley de vida. Yo me quedo en Zarzuela trabajando con mi Felipe VI mientras nuestras hijas continúan con su preparación académica. España necesita dos herederas al Trono muy bien preparadas.
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